sábado, 17 de junio de 2000

Generoso posesivo



Solo,
más solo que solo
Solo te espero
Solo me desespero
Te extraño

Me provocas
Quiero el impacto de tus labios rosas
Quiero la frescura de tu saliva
y tu lengua resbalosa

Quiero darte un beso,
regalártelo todo

El que todavía no es tu amigo como creías
El adicto a las perlas de tu boca


lunes, 3 de abril de 2000

Poder verde



Perdona si perturbé tu alegría por llamarte aburrida.

Perdona porque yo no pienso eso de ti, porque de eso nada tienes.

De lo que tienes demasiado, niña bonita, es de capricho y orgullo, soberbia y adolescencia.

Y con eso revolviste mi pasión y alborotaste mi mente, despertaste sensaciones olvidadas y deseos incontenibles de atrevido triunfo.

Porque quiero hacerte entender algunas cosas y hacerte conocer otras.

Y quiero que mi recuerdo quede fresco en tu piel y tus sueños hasta que regrese a buscarte.

sábado, 4 de marzo de 2000

Hasta que no se enamore de sus mejillas


Conocí una doncella y realemte la conocí.

Estaba podrida por dentro y suculenta por fuera.

Más que eso era angelical y amable.


Sus manos suaves fueron ultrajadas por un polvo invernal

que ahuecaba su mente y su nariz.


La paradoja de su existir,

su dulce existir,

me cautivó, agobió y destrozó.


La amé y aprendí a ser fuerte y a sufrir en silencio.

Me amó y la destrocé y me amó,

porque me amó, bella como era.


Esta dama solitaria y triste

Me reclama amor y atención

pero es caprichosa y egoísta,

es una niña engreída y rebelde.


Yo ya no la quiero amar

porque cruzó y rebasó sus umbrales,

dejó de ser sagrada

y no sabrá amar hasta que no se enamore de sus mejillas.

domingo, 20 de febrero de 2000

Su primera vez


A todos los chicos con los que estaba les contaba cómo el hermano de una amiga se había aprovechado de ella a los 14 años.
Una vez se había ido a dormir donde esta chica, después de una fiesta. Estaba borracha y el pata, de 19 años, había entrado a su cuarto y se la había llevado al suyo. Ella, por la borrachera y la ingenuidad, lo siguió. Y él, se la clavó.
Nunca hizo la denuncia, por razones que nunca explicaba. Era porque ella no había puesto resistencia, le había gustado, siempre le había coqueteado al pendejo del hermano de su amiga. Se hubiera podido resistir pero no quiso hacerlo.
De hecho, el pata tiene culpa. Se aprovecho de una menor, puta pero menor, y estaba ebria, aunque lo más probable es que no lo hubiera choteado sobria, pero esta vez estaba ebria y él lo sabía, pendejo ¿no?, pobre marica...
Cada chico al que ella le contó su desagradable experiencia le dio una paliza, al gran pendejo, y vaya palizas. Uno de ellos como era chato, flaco y fumón fue con compañía, esa fue la más graciosa, la mas humillante, un chato feo y drogadicto, como todos los chicos de ella, reventó al surferito por n-ésima vez, sin que el triste hijo de puta supiera por qué. Porque por alguna extraña coincidencia nunca le dijeron la razón de sus palizas, a todos se les ocurría que era mejor si el pendejito no se enterara de por qué mierda lo estaban reventando.
Así se hizo justicia, siquiera.