miércoles, 31 de marzo de 1999

Pero no me hagas sufrir



Devuélveme mis pensamientos
Déjame volver a la realidad
Haz algo
Yo ya no puedo
Ya intenté todo
Pero no me hagas sufrir

jueves, 25 de marzo de 1999

Engreída




Vi llover fuego del cielo, ¿o salía de la tierra? quizás pero no veía tierra, vi el cielo en llamas. Lo suficientemente lejos como para sentirme seguro y suspirar de satisfacción con el hermoso y terrible espectáculo.

Ni siquiera se me ocurrió preocuparme. Tengo seres queridos en esa dirección (tal vez el fuego salía del mar) pero no percibo dolor alguno, hasta el mío se ha apagado.

Me hubiera gustado que ella estuviera conmigo ahí, con el vacío a un lado y el polvo al otro. La habría envuelto con mis brazos calientes y la hubiera hecho desaparecer en mi pecho y entre mis cabellos salados.

Luego escuché trompetas, pensé que era mi corazón golpeando mis huesos pero eso no produce ruido, no el que oí. Tampoco eran del ejército emplumado que creí ver entre las nubes. Era el caos del infierno celeste, el colorido más ilógico, una destrucción pacífica y bella, impactante y carnal.

¿Cómo puede haber tanta armonía en medio de tal desgracia? ¿Qué tipo de amor es éste? No sé si asustarme o respirar profundamente.

Ya no importa, porque no sentí más necesidad de mirar, me pude mover nuevamente y mejor que antes. Levanté algo de polvo al tocar el piso, ya estaba más oscuro pero no más tranquilo. Todo es peor cuando miras hacia adentro, todo se puede masticar y eso es malo, muy malo.

De regreso me di cuenta que la tenía prendida de mi pecho, muy poco de ella por fuera, muy poco masticable, y también jalaba de mis cabellos, yo se que le gusta hacer eso y por eso la dejé.

miércoles, 10 de marzo de 1999

Dispara cuando quieras



No soporto el ruido de la luz,
prefiero contemplarte desde un rincón oscuro y sucio,
que me contamina con su nada,
que me ahueca el alma,
tanto, que el viento podría llevarme volando,
para empezar a caer en un abismo
y continuar cayendo
hasta que recupere el control de mis alas
y te vea reflejada en la luna llena sobre el mar,
derramando tu luz sobre el líquido inmenso.

Entonces empezaré a llorar para desahogarme del vacío,
expulsarlo
y dejar que me llenes con tu luz
y me desorientes con tu escándalo
y deambule como un ciego
y flote atontado en el oscuro firmamento de las desgracias humanas
sin percatarme de una sola
porque hasta me habré olvidado de las mías,
me habré olvidado de quien soy
y seré quien tu quieras.

Te amaré hasta que te desmayes
y me pidas tiempo para recuperarte de mis golpes,
y me contraataques con los dientes afilados y húmedos
y bebas mi sangre, fiera insaciable.

Déjame amarte de nuevo,
deja escapar tus poderes dormidos,
abre tus piernas y estrangúlame cuando haya caído en la trampa.

Besaré tus pies si me perdonas la vida
pero haré que te arrepientas de haberme dejado ir,
ángel malvado,
quiero que me dejes vivir para ti y por ti,
yo te haré sufrir como te gusta
y no serán en vano las lágrimas que derrames

Ahora soy una estatua triste y gris en un parque desierto y profundo,
con manchas de colores obra de almas traviesas e irrespetuosas,
pero sé que tu sudor puede disolver mi inmovilidad
y sé que quieres que sea así.

Estoy listo,
dispara cuando quieras,
estoy listo,
lo estoy esperando.