martes, 24 de abril de 2007

Discussão

Se você pretende sustentar opinião
E discutir por discutir
Só pra ganhar a discussão

Eu lhe asseguro, pode crer
Que quando fala o coração
Às vezes é melhor perder
Do que ganhar, você vai ver

Já percebi a confusão
Você quer ver prevalecer
A opinião sobre a razão
Não pode ser, não pode ser

Pra que trocar o sim por não
Se o resultado é solidão
Em vez de amor, uma saudade
Vai dizer quem tem razão

Gal Costa

Brigas Nunca Mais

Chegou, sorriu, venceu depois chorou

Então fui eu quem consolou sua tristeza

Na certeza de que o amor tem dessas fases más

Que é bom para fazer as pazes, mas

Depois fui eu quem dela precisou

E ela então me socorreu

E o nosso amor mostrou que veio prá ficar

Mais uma vez por toda a vida

Bom é mesmo amar em paz

Brigas nunca mais

Tom Jobim

lunes, 12 de febrero de 2007

Soy diseñador

Me gusta el sonido del lapiz rasgando el papel, y el del borrador corrigiendo los errores, el olor del grafito, la sequedad de la madera.

¿Qué hago frente a un teclado si debería estar diseñando en papel?

viernes, 19 de enero de 2007

El coqueteo más fuerte

Sonaba "Tu Calorro" de los españoles de Stopa. Las paredes rojas de la discoteca alguna vez llamada La Santa Sede y ahora simplemente La Sede, porque de Santa no tenía pero nada, daban un tono sanguíneo a su piel, como cuando una mujer está "acalorada".
Era hermosa. Sus rulos negros y brillantes enmarcaban su rostro, que, guiado por su fina nariz, apuntaba hacia mí la mirada.
Le dije que vayamos a bailar, pero ya nos estábamos quitando. Mi invitación fue tan galante y arremetedora que, antes de intimidarse, soltó una carcajada de nervios y solución. Estiro su fino dedo índice, me acarició el mentón de atrás hacia adelante, como invitándome a besarla (pero en la frente porque me empujó la cabeza hacia arriba), mientras ladeaba su cuerpo y sus caderas, levantando levemente el taco de una de sus botas al ritmo de la música. Y al dejar de tocarme con ese delgado y hermoso dedo, terminaba de reir y de girar, mientras mis suelas tocaban el piso nuevamente y yo retomaba el equilibrio para no irme de bruces contra la barroca pared de atrás de ella.
- Mierda! Qué linda que es - me dije.

El resto de la noche no me dió más caricias ni miradas. Así era J. Y así me tuvo hasta el aburrimiento.