¡Una hormiga! Según mi vieja, si ves una, hay más cerca… siempre salen a explorar y siempre dan con algo. No sé cómo funcionan pero deben tener un olfato increíble… dejas unas migas o granitos de azúcar y en pocos minutos aparecen y chambean duro, como payaso de semáforo, hasta dejar todo limpio. No sé porque se quejan de ellas si lo único que hacen es limpiar tus descuidos.
Ahora yo tengo que limpiar el
mío. La base del candelabro tiene
cabellos incrustados y lo que deben ser sesos, fragmentos de hueso y, por
supuesto, sangre.
Las hormigas no vendrán a limpiar
esto. Es mucho desastre. Sólo yo puedo ocuparme del asunto. Calladito, laboriosamente, sin detenerme, hasta no dejar rastro y desaparecer nuevamente entre las
grietas dela sociedad, como ellas entre las de las paredes: escarbando profundo, escondiéndome a comer, mientras
acaba el inverno.
