viernes, 11 de octubre de 2019

ENTRENAMIENTO: volcán - vívora - azotea

Han pasado 15 años desde el día de la evacuación. Ese día me separé de mis padres y mi hermana recién nacida. El Capitán ha muerto, los italianos se han perdido y el Chino y yo estamos rodeados en esta azotea viendo el volcán a lo lejos.
- ¿Cómo atravesaremos ese mar de zombies, Chino?
- Jaja! Tu atraviésalo nomás Figlioccio.
El confiaba en que mis botas de piel de vívora darían confianza a mis pasos como lo habían hecho hasta ahora
- Allá están tus viejos. Vamos para allá. - me dijo. Como si se tratara de ir a comprar pan a un nuevo lugar bien recomendado.
Camilo salió volando por el portazo. La horda era agresiva. Entró a borbotones por el umbral hacia donde estábamos. Esta vez de verdad no había a donde ir. Barrieron con todos los años de supervivencia que sumábamos como si nada.

ENTRENAMIENTO: whiskey - bolsa de pan - avión

Con el salto, el whiskey se le metió por la nariz, le quemó la mucosa y sintió que se le cerraba la tráquea. De inmediato, un fuerte ruido le habló de la muerte. La puerta de emergencia estaba abierta y un loco con una bolsa de pan en la cabeza se aferraba a un cinturón de seguridad mientras la aeromosa salía volando. El infeliz se abanicaba con una revista mientras diferentes objetos pasaban a su lado y lo golpeaban en la cara y en los brazos. ¡Hace mucho calor! apenas se le oía gritar. ¡Las ventanas no se abren!
Caen las mascarillas. Se está asfixiando. La succión las pone lejos del alcance de su mano. Se quita el cinturón para llegar ¡Craso error! Antes de desmayarse, ve al loco salir volando del avión -y caer tras el con los brazos abiertos, como queriendo venir a rescatarlo.

ENTRENAMIENTO: corcho - sarcófago - pipa

Nosferatu y Holmes

Una pipa más para su colección y, después de la celebración acostumbrada, muchos corchos para su segundo sarcófago.
Ningún libro de vampiros menciona que alguno de ellos fuera aficionado al tabaco o al vino. Sin embargo, la colección de pipas de éste era espléndida y yo me enorgullezco de tener 11 de ellas en ese librero que ves ahí. Le he seguido el rastro a todas menos a esta. No sé quien fue su dueño ni cuando le sirvió de cena al elegante monstruo.

Disonancia

Roberto lloraba. El maquillaje corría por su rostro sin gracia. Las lágrimas calientes caían en enormes gotas sobre el encaje de su escote. La bofetada le había dolido realmente; en la cara y en el corazón. No sentía rabia. Se sintió ridículo y tuvo miedo. Su padre volvió a levantar la mano y él apretó los dientes. En ese instante recordó su entusiasmo de las 8 de la mañana y supo que no se arrepentiría nunca de ese día.