domingo, 11 de enero de 2015


Ella ya tenía el pasaje, pero la vigencia era una fecha estricta, el abordaje no podía pasar de esa noche. Mi pasaje aun tenía que conseguirlo y era yo el motivo del viaje. El tiempo se me acababa, el permiso me estaba denegado, el dinero era inexistente. Lo único que estaba fluyendo era su natural y amorosa forma de ponerme el abrigo y de apurarme.

La fría ciudad de amplias calles y enormes edificios de granito permitía un libre y descongestionado tránsito… en verdad parecía desierta. Aun así, vivía mucha gente ahí. Todos sofisticados, todos fríos y cálidos a la vez. Nunca sabías quien sufría ni quien era pobre… yo era pobre. Mi madre no. Aun así, yo era pobre. Me escaseaba el tiempo y la salud y sin eso mis créditos eran casi nulos. Y aun así debía abordar un avión esa noche, sin tener siquiera el pasaje.

Todo para acudir a una audiencia con un insensible y soberbio experto que bien podría ser mi padre en el país más desarrollado del mundo. Allá vamos, a que me salve el pellejo, aunque yo preferiría que ya sea mañana y volver al colegio, por más que mis compañeros no se dignen ni a molestarme.


No hay comentarios.: